Se trata del testimonio colectivo de un pueblo, de una época.
Cientos de pies y sólo pies, hechos por muchas manos,
todos son diferentes, en tamaño, ejecución, distribución…
Cada grabado nos habla de alguien, tiene personalidad propia.
PRIMERAS PUBLICACIONES
- «Petroglifos de Tindaya».Carreño, Pedro (1979)
- «Nuevas aportaciones a la prehistoria de Fuerteventura. Los grabados rupestres de la montaña de Tindaya». Revista de Historia Canaria XXXVII (172)Hernández Pérez, M. S. y Martín Socas, D. (1980)
INFORMES Y ESTUDIOS
- Estudio arqueoastronómico de la sociedad prehispánica de Fuerteventura. M.A.Perera, J.A. Belmonte at all. Instituto de Astrofísica de Canarias. (1995)
- INFORME COMISIÓN DE ESTUDIO. D. Martin Socas.(1996)
MANIFIESTO
Manifiesto de la comunidad científica contra la destrucción de Tindaya (2011)
Las personas firmantes de este manifiesto (LISTADO), miembros de la comunidad científica, SOLICITAN al Gobierno de Canarias y al Cabildo de Fuerteventura que renuncien definitivamente a ejecutar el Proyecto Monumental en la Montaña de Tindaya inspirado en la idea del escultor Eduardo Chillida.
PONENCIAS
- Castro Alfín, D. 1984: «Los petroglifos de Tindaya (Fuerteventura). Consideraciones sobre sus paralelos e interpretación». I Jornadas de Historia de Fuerteventura y Lanzarote (Ed. Puerto del Rosario, 1987 Tomo II: 295-322.)
- Cortes Vázquez, M. 1984: «Los petroglifos podomorfos de Montaña Tindaya (Fuerteventura): Características formales y significación». I Jornadas de Historia de Fuerteventura y Lanzarote (Ed. Puerto del Rosario, 1987. Tomo II: 13-63.)
- de León Hdez. J. , Perera Betancor M. A. , at all. 1984: «Aproximación a la descripción e interpretación a la carta arqueológica de Fuerteventura. Archipiélago de Canarias». I Jornadas de Historia de Fuerteventura y Lanzarote (Ed. Puerto del Rosario, 1987. Tomo II: 67-221.)
- Cortes Vázquez, M. 1985: “Los petroglifos de Amtodi (Sahara Occidental)”. XVIII Congreso Nacional de Arqueología. (Ed. Lugar-fecha.)
- Cortés Vázquez, M.1985 : “Los petroglifos de la isla de Lanzarote: el yacimiento de Zonzamas”. Publicaciones del Excmo. Cabildo Insular de Lanzarote. (Ed. Lugar-1990).
- Hernández Díaz, Ignacio y Perera Betancor, M. A.¨ Los Grabados Rupestres de la isla de Fuerteventura¨. Cabildo insular de Fuerteventura. Puerto del Rosario, 1991.
- Perera Betancor, Mª A. 1994: «La montaña de Tindaya. Valor natural, valor cultural. Análisis legal». VII Jornadas de Estudios sobre Fuerteventura y Lanzarote (Puerto del Rosario, 1995), I: 497-522.
- Muñoz Amezcua, J. 1995: «El ‘Templo Solar’ de Montaña Tindaya». IV Jornadas de Estudios sobre Lanzarote y Fuerteventura (Arrecife, 1995) Tomo II: 283-410.
- Perera Betancor, MªA y Cejudo Betancort,Margarita. 1995¨ Yacimientos y lugares arqueológicos en las unidades geográficas de acogida del Término Municipal de La Oliva. Fuerteventura¨. IV Jornadas de Estudios sobre Lanzarote y Fuerteventura (Arrecife, 1995)
La Montaña de Tindaya alcanza 408 m. y se sitúa en alineación norte, junto a la localidad del mismo nombre, en el municipio de La Oliva en la isla de Fuerteventura que forma parte del Archipiélago de Canarias. Las islas se emplazan en el Océano Atlántico, a 100 kilómetros de la costa oriental del continente africano.
Fuerteventura es la más antigua y larga, pero no la más grande, ya que es la segunda en superficie, después de Tenerife. Su rasgo natural más sobresaliente es la aridez, junto con un paisaje bajo, que no llano, ya que cerca del 54 % de su superficie alcanza menos de 200 m de altitud y aproximadamente el 87 % menos de 400 m. Su cota máxima es de 807 m alcanzada en el Pico de Jandía, también conocido como Pico de la Zarza.
Estas características que hemos citado y otras de enumeramos a continuación resultan determinantes para establecer los valores culturales aborígenes de Montaña de Tindaya, ya que la población aborigen considera el conjunto de sus particularidades naturales, algunas de ellas exclusivas, para organizar parte de su mundo mágico-religioso.
La montaña está conformada exclusivamente por traquita atravesada por multitud de diques basálticos. Este material le proporciona una tonalidad clara que destella bajo los rayos del sol. Esta particularidad hace que algunos días desde lejos la montaña se distinga por su luminosidad. Posee una forma piramidal, su altitud resulta significativa, aunque no es la máxima del norte insular y perimetralmente a ella se desarrolla una llanura, particularmente extensa en su sector noroeste, donde alcanza la costa.
Estas características naturales: gea, forma, altitud, color albo que brilla con el sol, exenta y rodeada por una llanura fueron advertidas por la población indígena que la eligió entre las decenas de montañas de la isla para instituir su mundo intangible e inmaterial. Y también por estos distintivos es Paraje Natural de Interés Nacional (Ley 12/87, de 19 de junio. B. O. E. 270 de 11 noviembre 1997), Monumento Natural por la Ley 12/94 de Espacios Naturales de Canarias con las Normas de Conservación aprobadas en marzo 1997 y posee la declaración de Punto de Interés Geológico. Es decir, por las especialidades naturales la montaña se encuentra protegida.
Las Montañas
Antes de abordar el contenido cultural de Tindaya en la que parcialmente se materializan las creencias y el culto a la lluvia de la cultura indígena de Fuerteventura, nos detenemos en las montañas como lugares de culto, ya que en Fuerteventura resultan significativos, atendiendo a lo que recogen los historiadores y a lo que nos muestra la arqueología.
En ellas, la población aborigen practica cultos vertiendo leche de cabra contenida en vasos llamados gánigos según Fray Juan Abreu Galindo (1977: 56 y 57). Marín y Cubas (1993: 378) refiriéndose a la población canaria en general, dice que La Adoración del genio era en riscos y montes altos, y por ellos juraban; tenían una ara ó brasero […].
Este mismo autor (1993: 381) refiriéndose a las gentes paganas dice […] no tenían templo, y en su lugar montones de grandes piedras, y en los altos riscos hacían corrales, que les servían de templo […].
En las culturas en las que la lluvia y en menor medida el agua desempeña un papel extremadamente determinante, al ser un bien escaso es limitante e imprescindible para la supervivencia del grupo, y en torno suyo se crean cosmogonías y se sacralizan las montañas porque materializan las señas de llegada de agua. En las montañas se desarrollan ritos para atraer la lluvia, pidiendo a las personas que ostentan poderes sagrados, que la reproduzcan o la convoquen a través de las antepasadas y seres supremos.
Algunas montañas por su verticalidad se les consideran nexo o unión del Cielo y la Tierra, eje del mundo y espacio santificado porque en las regiones superiores están las fuerzas santas, la morada de los dioses, y por eso en ellas se halla el simbolismo cosmológico del Centro. En muchas culturas, como la canaria ciertas montañas son el Axis Mundi, columnas que sostienen a la bóveda celeste, hábitat divino.
De esta forma se veneran determinadas montañas porque son sagradas al ser la superficie de la tierra más elevada, sustentar y acercarse al cielo y su sacralidad influye en el entorno circundante de la montaña, organizándolo bajo el prisma de la santidad.
La población aborigen de Fuerteventura, así como otras afines graban huellas de pie para santificar el espacio porque es esa montaña, al ser tan particular, la elegida para ello.
El espacio que bordea a Montaña de Tindaya se considera igualmente territorio sagrado cuya sacralidad emana de la propia montaña. A la vez, la santidad de este espacio contamina a las personas que se encuentran en él, por lo que es habitado por las más significativas del mundo religioso y toda persona que frecuente, viva o nazca en territorio sagrado queda influenciada por él. La montaña consagrada protege al territorio y a las personas que habiten o permanezcan en ella durante el culto. La Montaña de Tindaya es Tierra Santa.
Si bien es verdad que en Fuerteventura ciertas montañas poseen connotaciones sagradas, entre todas sobresale Tindaya, por ser única en su naturaleza y en su arqueología. Los yacimientos arqueológicos emplazados en su base poseen claras connotaciones de responder a lugares habitacionales, y en ellos debieron habitar las chamanas Tibiabin y Tamonante, las mujeres que ostentaban mayor poder que las dos jefaturas, la de Guise y Ayose. En las culturas amazigh, entre otras, las mujeres son las responsables del desarrollo de las ceremonias en los que se realizan ofrendas derramando líquidos alimenticios.
La Montaña de Tindaya
Los valores culturales de la Montaña de Tindaya son de naturaleza arqueológica, fundamentalmente en su vertiente toponímica, etnográfica y astronómica.
1. Valores arqueológicos:
1.1. Manifestaciones rupestres: Grabados
En diferentes sectores de la montaña, pero preferentemente en su cima se encuentra la mayor cantidad de figuras podomorfas que se conozca en el mundo con una funcionalidad sagrada.
Todos los motivos se han realizado sobre la traquita, discriminándose las superficies basálticas y principalmente se ha utilizado la técnica de la percusión, que puntualmente se perfila con abrasamiento e incisión. Son representaciones realistas, con o sin dedos, aunque cada vez más afloran en superficie motivos abstractos e incluso uno de ellos en el sector 1 panel 1 que tipológicamente lo podemos catalogar como surrealista, al alcanzar los dedos de una pareja de pies, una longitud mayor que la planta. De todos los paneles que se conocen en la montaña destacan dos, siendo uno el que acabamos de citar en el que están representadas catorce siluetas de pies y el de la cresta, que contiene 46 motivos todos ellos alineados al solsticio de invierno.
La mayoría de las imágenes se representan a nivel de superficie, aunque existen a 1.75 m de altura, en paredes verticales y no en superficie horizontal como sucede con la mayoría de motivos. Se representan en bloques traquíticos fijos o móviles, pero en la actualidad la montaña no conserva sino un soporte exento, ya que todos han sido desplazados del lugar donde fueron descritos por primera vez.
La población de la isla y las afines del norte de África reproducen estos motivos para sacralizar el espacio, consagrándolo durante su elaboración. El carácter sagrado del espacio en el que se encuentran afecta a diversas funciones que se desarrollan en él, como por ejemplo someterse a prácticas de sanación, a actos de impartición de justicia, tomar acuerdos o sellar alianzas. Todas estas prácticas pudieron desarrollarse en diferentes lugares de la montaña al ser toda ella espacio sagrado.
El diagrama de orientación de los pies grabados muestra que esta no es aleatoria, al alinearse el 80% de los grabados a acimutes situados entre 225o y 270o. Durante el estudio arqueoastronómico tuvimos en cuenta que era posible que la alta proporción de orientación al oeste fuera debido a una causa topográfica, ya que en este arco, entre 240o y 265o, se sitúa la isla de Gran Canaria, cuyo Pico de las Nieves es visible desde la Montaña de Tindaya, así como Tenerife, de la que puede observar el Teide, situado a 262o. No obstante, a este hecho puede sumarse el que igualmente en este intervalo se produce la puesta de sol en el solsticio de invierno, los lunasticios mayor y menor, la puesta de la luna llena siguiente al solsticio de verano, la luna nueva siguiente al solsticio de invierno, las puestas de sol de los meses de otoño e invierno, situadas entre los equinoccios, cuando el sol se pone puntualmente por el oeste, a 270o y el solsticio hienal. El 15% de los demás grabados se alinean hacia un arco situado entre los 225o y 235o localizados en el horizonte marino y donde solo en la época aborigen se pondría la estrella Fomaljaut, la más brillante de la constelación y que pudo e m p l e a r s e como marcador dentro del ciclo ganadero, en paralelo a lo que sucede en el norte de África.
El 20% de los otros motivos se reparte hacia el norte, sur y este, siendo esta última la siguiente orientación en porcentaje, pudiendo asociarse con el orto de la luna llena que sigue al equinoccio de otoño, cuando comienzan las lluvias en Fuerteventura. Excepto un panel con dos siluetas contrapuestas alineadas al norte y al sur respectivamente, destacamos el que los demás motivos con diferente orientación se grabaron agrupados orientándose a varias posiciones lo que pudiera tener una respuesta astronómica: Se alinean al norte por la estrella polar o la osa menor, y al sur por la posición del sol de mediodía o la cruz del sur.
En la población tuareg el solsticio de invierno marca el comienzo de las Noches Blancas en su ciclo económico.
Por lo expresado, el carácter sagrado de Tindaya se asocia a la lluvia, al sol y a la luna y al culto a las personas antepasadas, siendo la alineación predominante el comienzo del periodo de lluvia en la isla.
1.2. Cazoletas
Se trata de excavaciones artificiales, que en ocasiones aprovechan oquedades naturales para conformarse. Se localizan en cotas medias y bajas de la montaña. Suelen representarse aisladas o formando conjuntos y poseen una función cultual. Destacamos las de Majada de los Negrines y las de su entorno.
1.3. Suelo fértil
En diferentes sectores de la cima y de la base de la montaña se registra suelo arqueológico, aflorando en su superficie multitud de piezas arqueológicas, como fragmentos cerámicos, óseos humano y animal, piezas pertenecientes a la industria lítica, caparazones de conchas marinas, espinas de pescado, niveles de cenizas, etc. de esta Montaña se conocen varias vasijas de cerámica, dos fragmentos de ídolos de barro, piezas dentarias humanas, piezas de calcedonia trabajadas, etc. Destacamos el alto nivel de fertilidad del suelo de la cima y de la Majada de los Negrines y en menor medida de los enclaves de Los Corraletes y los localizados en la base norte y este de la Montaña.
En cotas altas y hasta las últimas décadas del pasado siglo, algunos grabados permanecían totalmente ocultos por niveles arqueológicos que conforme se suceden los atentados van quedando al descubierto.
1.4. Piedras hincadas
El las partes altas de la montaña alrededor de algunos paneles con grabados podomorfos se han dispuesto piedras hincadas, parcialmente desaparecidas o modificadas en la actualidad.
Las piedras hincadas constituyen una tipología de yacimiento arqueológico, pero también se define con este nombre un modelo constructivo, en él se emplean piedras de forma ovoide que se disponen en vertical apoyándose en cuñas de piedras.
1.5. Amontonamientos de piedras.
En cotas medias y siguiendo la dirección oeste-este por el perfil suroeste de la montaña se documentan al menos doce estructuras arquitectónicas compuestas por amontonamientos artificiales de piedras. Se construyen a partir de disponer hileras de dicho material, y todas ellas presentan idéntica posición, técnica constructiva y morfología, asociada en algunos casos, a materiales arqueológicos en superficie. Las distintas unidades responden a una base elipsoidal o circular, cuyo eje mayor se fija entre 6 y 8 m. Se advierte cierta homogeneidad, primando la adaptación a la orografía de la ladera, por lo que pensamos que las particularidades de cada una no responden a un cambio de la función o de su tipología constructiva. Para adecuarse a las irregularidades del suelo, que en todos los supuestos es en pendiente, se recurre con frecuencia a una solución constructiva que conlleva la disposición de filas de piedras en la cota más baja, para nivelar la edificación, y una vez conseguida, se instalan piedras erguidas, con una dirección circular o elipsoidal, a modo de anillos concéntricos en los que una primera hilera uniformiza la cota. Las piedras elegidas para la construcción son las del lugar, previa selección del tamaño y en menor medida, de la forma ovoide. Las piedras de mayor tamaño se instalan en el exterior de la edificación, exceptuando aquellas empleadas en la nivelación de la plataforma o base, mientras que las asentadas en el interior son de menor envergadura, y algunas de ellas han sido colocadas en vertical para cuyo calzado se emplearon cuñas pétreas.
Los sondeos arqueológicos practicados en tres puntos de la cima muestran resultados preliminares interesantes. En estas acumulaciones de piedras se hizo fuego según se desprende de los niveles de cenizas y carbones que aparecen junto a piezas de industria lítica, cerámica y piezas óseas de ovicaprinos muy fragmentadas. Fundamentalmente son esquirlas de los huesos longitudinales más largos, además de costillas y escápulas, mientras escasean las vértebras y los huesos cortos, apenas hay partes de cráneos y mandíbulas y están ausentes los pertenecientes a la cintura pélvica. Las piezas más representadas son las de mayor volumen cárnico: extremidades y costillas.
El porcentaje de ovicápridos adultos en la cima de la montaña se equipara al registro en enclaves domésticos, los ejemplares jóvenes son mucho más abundantes, mientras que no existen los neonatos.
1.6. Los Corraletes
En la base de la montaña se localizan niveles arqueológicos de significativa potencia, así como un abundante registro de piezas arqueológicas en superficie. En la actualidad esta zona fértil evidencia un pasado agrícola asociado a gavias, corrales y a hábitats posteriores a la conquista. La documentación etnoarqueológica refiere la existencia de corraletes, construcciones similares a la que se localiza en el yacimiento Majada de los Negrines y considerado un “tagoror” por Sebastián Jiménez Sánchez. Se trataría de una estructura arquitectónica de base elipsoidal, formada por dos hileras de piedras en colocación vertical que delimitan su contorno. La abundante documentación de material arqueológico y las dimensiones del área fértil, nos indican su importancia.
1.7. Majada de los Negrines
En la falda de la montaña se sitúa este yacimiento Majada de los Negrines, espacial y culturalmente relacionado con esta elevación y con tres fuentes de agua, de las cinco que se contabilizan en sus faldas. La Fuente de los Negrines se localiza en las proximidades de las unidades habitacionales de Majada de los Negrines. El Comisario de Arqueología Sebastián Jiménez Sánchez visita en 1944 este yacimiento y describe las unidades arquitectónicas emergentes en aquel entonces, entre las que menciona además del núcleo de seis viviendas, dos “tagoror”.
1.8. Base norte
En la base norte de la montaña, en las proximidades de las fuentes citadas se registra un área con importante cantidad de material cerámico en superficie, que en su mayoría, al menos los fragmentos cerámicos, son de importación y de los que denominamos populares o tradicionales. No obstante, aunque con escasa proporción se contabilizan fragmentos adscritos a la cultura aborigen y se evidencian cimientos de construcciones arquitectónicas de muy difícil definición dado su grado de mantenimiento y su inserción en suelo agrario. En este enclave, durante los trabajos arqueológicos desarrollados en 1999 se documentó una pequeña cuenta cilíndrica fabricada en soporte malacológico.
1.9. Base este
Se trata de un área con materiales arqueológicos en superficie situada en este sector de la montaña, en uno de los lomos erosionados y en cuyas proximidades se sitúa un soco pastoril de planta rectangular con paredes de piedra seca, con un entorno provisto de fragmentos cerámicos en superficie, así como algunas piezas de malacofauna y de talla lítica, todo en escasa representación y perteneciente a la población aborigen.
1.10. Entorno de la Montaña de Tindaya
El entorno de Montaña de Tindaya contiene un conjunto de yacimientos arqueológicos que se relacionan cultural, espacial y funcionalmente con la montaña. Entre ellos destacamos:
En alineación oeste-suroeste del comienzo del Llano de Esquinso se conservan dos acumulaciones de piedras con carácter de estructura tumular, con escaso material arqueológico en superficie. El uso militar las ha deteriorado, convirtiéndolas en pequeñas defensas o parapetos destinados a maniobras militares. En la segunda, situada a escasos metros al noreste de la primera se conserva una piedra con grabados geométricos rectilíneos y otra con muestras de haber sido lasqueada, a través del golpeo, así como un canto rodado de gran tamaño, con evidencias de haberse manipulado como yunque.
– Círculo de piedras hincadas de Llano de Esquinso
En la base noroccidental de la montaña, en el inicio del Llano de Esquinso y en las proximidades del enclave anterior existe una construcción arquitectónica conformada con piedras hincadas de doble hilera y de desarrollo elipsoidal con diámetros de 12.65 por 14.80 m. Las piedras que la componen son de similar envergadura, excepto cuatro situadas en el segmento noroeste que sobresalen por su mayor dimensión y por estar provistas de asiento de una piedra plana colocada en su base, permitiendo a cuatro personas sentarse. En el interior de la construcción y en el área sureste, la más cercana a la montaña, existe un sector tangencial al círculo que posee una superficie empedrada. En su parte exterior está presente material arqueológico y una mancha de cenizas visible. Los cálculos astronómicos que hemos efectuados en esta construcción patentizan que desde ella se observa la salida de la luna en una posición más al sur, el lunasticio mayor sur, concretamente por la zona de la montaña donde se ubica el panel 1 sector 2, que es el que hemos comentado por ser el de mayores dimensiones y en el que se grabaron cuarenta y seis siluetas de pies orientadas en su totalidad al solsticio de invierno, siendo además la cima que enlaza las dos cumbres más altas de Tindaya. Por ello es posible interpretar la construcción como punto sacralizado de referencia con respecto a la montaña.
El lunasticio mayor solo tiene lugar una vez cada 18.6 años, presentando por ello dificultades para observarlo y más aún para establecer su ciclo, debido al largo periodo de tiempo que transcurre hasta que acontece de nuevo este fenómeno. Estos dos sucesos pudieron ser observados desde esta estructura y desde la Cueva de los Ídolos como veremos más adelante. Por ello pensamos que la sociedad aborigen debió organizarse en una casta o clase sacerdotal consolidada, dedicada a observar el cielo y con la capacidad de advertir eventos tan dilatados en sus periodos como los lunasticios. Este conocimiento lo debieron portar desde su lugar o lugares de origen o de procedencia de la tribu que habita en Fuerteventura.
– Círculo de piedras hincadas tipo herradura. Llano de Esquinso
Entre la construcción anterior y Cueva de Esquinse o del Bailadero de las Brujas existe una estructura arquitectónica de b a s e elipsoidal con acceso alineado al oeste. L a entrada se construyó con dos hileras de piedras hincadas prolongadas en paralelo, de 76 y 64 m de largo respectivamente. El lado más extenso presenta un acabado curvo en su extremo, conformando entre ambas líneas de piedras una especie de corredor o pasillo de 31. 70 m de ancho.
Esta construcción nos recuerda a la descrita y dibujada por Ramón Fernández Castañeyra (Página 2 del Manuscrito Investigaciones de Antigüedades históricas. 1877) situada […] En el sitio denominado “Pedro Aponso” se ven las ruinas medio inundadas por la arena, del tagoror (diseño no 3) y de bóvedas de piedra […]. También existía otro ejemplar similar en Llanos del Morrito, en el entorno del Barranco de la Torre, que ha sido recientemente arrasado.
– Cueva de Esquinse o del Bailadero de las Brujas
Esta significativa oquedad se localiza en el Llano de Esquinso. Por su ubicación en esta extensa planicie y por su formación geológica resulta de difícil localización, ya que no es posible señalarla con algún accidente orográfico que sirva de referencia, permaneciendo mimetizada en el paisaje y encontrándose solo cuando se llega a ella, porque su entrada se formaliza a través de una abertura en la superficie terrestre. Se configura como una cavidad natural con dos ramales en su interior, que dadas sus dimensiones y orografía se pueden recorrer sin mucha dificultad. En el exterior se encuentran fundamentalmente fragmentos cerámicos, piezas de talla lítica y evidencias de lo que pudieron ser pequeños amontonamientos de piedras. De ellos, Juan Muñoz Amezcua (Comunicación personal), recoge información etnoarqueológica referida a que en el acceso a esta cavidad la población aborigen quemaba las piezas de cerámica, que con posterioridad se subían a la cresta de Tindaya.
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